Viniste alumbrando mi día a día, haciendo que me sintiera protegida entre tus brazos, haciendo que volara con cada beso y que me sintiera especial al oír de tus labios un te amo.
Sin embargo, ahora que no hay nada de eso, odio haberme acostumbrado a esa felicidad que te proporciona el amor, odio haberme acostumbrado a ti, pero sobre todo me odio a mi por haberme creído que tú serías eterno.
Aún así, no olvides que en mi corazón vivirás y serás eterno. Te amo.
Hasta siempre, mi grandullón.